UNA VEZ ACABADA LA OBRA

sábado, 21 de agosto de 2010

Una vez acabada la obra, comienza la verdadera labor, el "quítame allá esas pajas" porque molestan y estorban el correcto discurrir de la historia. Es el momento, para mí, de ralajarse y disfrutar, de la auténtica inspiración. Cuando ya hemos subido la escalera y por fin vemos la luz,
cuando, una vez desarrollada la fábula y vaciado el buche de todo aquello que queríamos contar, nos dedicamos a pasar la segadora, la guadaña, a peinar y dar pulimento.
Te sientes descansado, un poco hueco, pero aligerado de la pesada carga de gestar la trama y traspasarla al papel.
Tras el milagro de la creación, deberías darte unos días de asueto y reflexión, tomar distancia, dejar que la novela respire. No siempre lo consigo, a menudo me enfrasco en su lectura, en este caso sobre el papel, que es donde, realmente, se aprecian los defectos, los errores de bulto y las posibles discrepancias. Pero lo ideal sería dejar reposar el texto del que estamos demasiado embebidos, para retomarlo al cabo de un tiempo con perspectiva, Es, entonces, cuando tu propia narración te sorprende, te asalta, cuando puedes juzgar, con el criterio que te da la relativa lejanía, si lo que has escrito vale la pena o hay que tirarlo al cubo de la basura y volver a comenzar.
No todo lo que se escribe es bueno. Como tampoco lo es todo lo que se publica.
Me gustaría conocer vuestra opinión sobre este tema, tanto si sois escritores, como si no.