Mayo me mata

jueves, 21 de mayo de 2009


Mayo se enciende como un farol en la noche, cavalgando entre el invierno y el verano inseguro. Incierto aún.
Falso por sí mismo y esquivo, mayo se despliega errabundo, perdido en el camino de las hojas y los brotes, consultando sombras alargadas, auscultando el pulso de la tarde que se despereza vaga, esplendorosa...
Nos inunda mayo o nos seca la palabra y nos deja sin voz. Orientado hacia un sur de mañanas serenas y un norte de madrugadas frías como el propio aliento.
Cortante y afilado, mayo llega para congelarte el alma con su futuro isondable, ilusión óptica en un cielo deslucido que debería ser amante.
Me mata mayo. Me afila los colmillos y me languidece el alma. Y lagrimeo alergías al dolor y a la rabia, y moqueo sobre pañuelos de seda la angustia del olvido que no llega, que no avanza con mayo y sus días desiertos.
Porque mayo se mueve pero poco. A paso de culebra, arrastrando la barriga, la panza de una herida primavera.