Ahora que las luces de Navidad han enmudecido y las voces se han apagado, nos toca mirar de nuevo al cielo, observar su tibantez de enero fundido, de enero renqueante en el que volvemos a ser un poco más pobres. Las conciencias se han adormecido entre el despilfarro y la ilusión de intentar ser felices, de no perder un ápice de ese paraíso perdido que no hemos llegado a encontrar.
Sin querer ver.
Mirando hacia otro lado.
Me apearía de este enero en marcha, y me bajaría en la próxima estación, pero febrero proseguirá su ruta silenciosa y nos conducirá hasta el mismo lugar, quizás hacia ninguno...
Toca abrir la ventana y otear el cielo y contemplar las nubes para espiar el rumbo de los días, para explorar la dirección del viento y de las lluvias, y podar las plantas, y limpiar el jardín...
Y esperar..., para ver si los frutos maduran en las ramas.
1 comentarios:
Plasmas maravillosamente lo que muchos sentimos.
Pedro
Publicar un comentario