SOLO ANTE UNO MISMO

jueves, 8 de septiembre de 2011



A menudo me preguntan de dónde surgen las ideas, cómo se me ha ocurrido tal o cual trama desarrollada en una novela. Es una cuestión recurrente que solvento echando mano de una concepción propia acerca del origen de las tan misteriosas e inefables "ideas". Suelo responder, para decepción del público, que los temas y las inspiraciones se encuentran ahí fuera (como la verdad), flotando huérfanos en el limbo de los conceptos por descubrir. Que cualquiera puede atraparlos y hacerse con uno. El personal se siente, entonces, intimidado ante tamaña declaración porque si las ideas son tan accesibles para todos, ¿qué ocurre con el artista, con el inventor, con el mito de la imaginación, con el talento presupuesto? Y lo que es peor aún, ¿qué sucede con el suyo propio?, ¿por qué el simple mortal no es capaz de capturar una feliz idea, de realizar el desubrimiento del siglo?

¿No nos hemos hecho los autores estas mismas preguntas en más de una ocassión? Tal vez todo se resuma en una simple cuestión de soledad buscada, de anhelado silencio, de saberse escuchar.

Quizás el autor, el artista, el científico, goce, exclusivamente, de ese don: el de encontrarse a gusto con su propia mismidad, con sus íntimos silencios.

Busquemos las lagunas.

Vivimos inmersos en una vorágine de ruido y trabajo. Nos hemos subido a un carrusel de actividad frenética para olvidar que morimos con los minutos sin poder evitarlo, sin que la vida nos dé tregua y , por el camino, hemos perdido la costumbre de oírnos, desterrando los momentos de aislamiento con empeño, con el temor a descubrir lo que cada uno lleva dentro, lo que esconde en sí.

Puede que el don de la genialidad o el secreto del talento resida en ese único esfuerzo: el de abandonarse a meditar, a dejar que el mundo de lo intangible nos seduzca, nos engatuse con su canto de sirenas.

Puede que todo se reduzca a algo tan simple como aprender a estar solo, detenerse y comenzar a escuchar.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a míme gustaría saber y "aprender a estar solo, detenerse y comenzar a escuchar" como tú dices. De todas maneras encuentro tu imaginación, tus ideas y la forma de plasmarlas, envidiable.
Ana, una de tus lectoras.