LOS DEDOS DEL AGUA

lunes, 29 de junio de 2009

Como la palmera que se inclina hacia el agua, así se aproxima mi cuerpo a la orilla, lento y vacilante, con pies de niño que aún no reconoce el mar. Y sumergirme se me antoja imprescindible y se erige, todopoderoso, el afán por regresar al origen, por volver al caldo de vultivo donde comenzó todo, la vida... Ésta misma que, como una rémora, me arrastra por unos caminos que sólo conducen a un final: El océano, mi playa... Entre los dedos del agua y la voz de la marea que me llama con su canto de sirena, que me envuelve en su oleaje de cuna y me mece en su vaivén de corriente que arrastra la arena.
Sueña conmigo que subes a esa palmera y que, como vagabundo, te lanzas al vacío azul, profundo e insondable, y que asomas la cabeza entre las olas para volver a trepar y zambullirte de nuevo. Sin ver más allá de la playa, más allá de tus manos... La explanada infinita cómplice de las nubes, del peso y la ausencia de gravedad.

COMO AGUA DE JUNIO

lunes, 8 de junio de 2009


Mira cómo amanece, la luz se cuela entre los dedos y se escurre como agua de junio. Me moja las manos y esas finas líneas discontinuas, sinuosas e inciertas como el tiempo de mi vida. Amanece azul y rojo y es ésta una mañana imposible, entrecortada como la respiración, lenta de nunca acabar, ligera como el pie de una liebre. Y el cuerpo me pide seguir en la cama, dejar la cabeza apoyada en la almohada, cubierta la frente con el embozo del día, exhalando mi propio aire, el sudor de los ojos, el olor del sueño que no se desprende y pende colgado del último ronquido...
Mi cama de sábanas revueltas, de abrazos prietos, de promesas sin cumplir, de "tengo que levantarme pero no puedo más".
Y aún un último esfuerzo, un paso más en la dirección correcta mientras contemplo por la ventana este cielo de junio, colorín de cromo, pero acerbo y acechante. ¿Se nos caerá encima como la tormenta? ¿Me aplastará su peso contra el colchón? ¿Mi cielo de junio ligero como el agua?