TRAS EL BALCÓN

miércoles, 15 de abril de 2009


Tras el balcón las barcas lloran. Sollozan un sirimiri suave y machacón. Abril se despereza húmedo y el pan enmohece sobre la mesa, una mesa redonda que acumula miguitas como sendas, señales de desesperanza y adiós. Regueros violetas. Marcas de cosas no dichas, de palabras que se quedarán sin pronunciar, atrás, perdidas para siempre.
Tras los cristales llueve y los charcos acumulan rémoras, pesadumbre de pies cansados. Y se desparrama un manto multicolor de sombrillas dedicadas al sol fugitivo, errado en su ciclo, perdido en mil vueltas sin retorno.
Gime abril desencantado y con él mil voces de nostalgia. La copa se vacía en el aliento gris de la mañana y mi boca se seca empañada de aliento, de gotas en el vidrio, de sombra en la ventana hueca de mis días.
Lánguido de horas, de retrasos, de luces apagadas tras la niebla, se empapa abril. Inexistente como el día que no llega, mojado en mi cabeza yerma, empapado de ti.

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