Noche de Paz

lunes, 1 de diciembre de 2008


A lo largo del mes de diciembre iremos desarrollando este cuento de todos los días. Una historia que preferiría no fuera real.



"La mañana se despereza fría y coagulada. Se diría que rota, quebrantada en mil pedazos que congelan el rostro de la ciudad.
En la plaza, convertida hoy en pista de patinaje, se prolonga la noche y se entretiene el alba. El chorro de la fuente fría ha dejado caer algunas gotas de escarcha y, poco a poco, las estrellas se diluyen devoradas por una esquiva claridad; se retiran hacia algún confín extraño, demasiado alejado de la vista incluso para seguirlas. El trámite resulta lento, un poco más indolente cada día y los pobladores de los bancos, los habitantes del tresillo de madera, añoran el sol, la tibieza del otoño, el sofoco del verano con su estufa de carbón.
Se han escapado los buenos días. Se han escurrido de entre los dedos como granos de arena en una duna inmensa y despoblada. Una alfombra de hojas machacadas recubre, ahora, los parterres y el suelo de la plazuela; el ambiente es plomizo, afilado y punzante, como inacabado. No más flores, ni balones saltarines, ni pájaros cantando.
Algún perrillo madrugador da vueltas sobre sí mismo buscándose la cola. En su inocencia perruna sostiene la fantasía de que, aquello que pende de su trasero, es una enorme y esquiva salchicha dispuesta para ser engullida. En esta guerrilla particular, el can organiza algún que otro barullo, sacude unas cuantas latas, gruñe resentido con su propia sombra y rebota contra las patas oxidadas de los bancos, despertando a más de un alma recogida(…)"

Nos vemos dentro de unos días con un pedacito más.

2 comentarios:

ensantboi.com dijo...

Suave intro que me engancho y tuve que pasear por tu rincón digital.

Anónimo dijo...

Gracias por recordarnos que no sólo es Navidad en el Corte Inglés.
José M.