El Alma de la Mariposa en el ABCD de las letras

lunes, 25 de junio de 2007

El pasado sábado, nueve de junio, Juan Ángel Juristo publicó en el suplemento cultural ABCD de las letras del periódico ABC, una magnífica crítica sobre mi obra EL ALMA DE LA MARIPOSA, titulada "FANTASMAS DE CARNE Y HUESO"
"Sugerente juego literario con ecos de Pirandello y Unamuno" . "Historia que inquieta al lector y novela inusual en nuestro panorama, valiente, ambiciosa... Los logros no desmerecen nada de las pretensiones".
Éstas son algunas de las perlas que Juristo dedica a mi obra. Si podéis acceder al ejemplar, tendréis oportunidad de disfrutar como yo de toda su extensión.
Mi eterno agradecimiento a Juristo por sus palabras. Cosas así ayudan a seguir.1
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1 comentarios:

Queta García dijo...

ABC D 801 Semana del 9 al 15 de Junio de 2007














Fantasmas de carne y hueso

Por Juan Ángel Juristo.





Si al leer esta novela me viene a la cabeza el nombre de Pirandello no lo achaquen a cosa sabida -pues la originalidad de esta narración que comentamos hoy es una de sus mayores cualidades-, sino a la larga sombra de la concepción del escritor siciliano, una afortunada descripción de los fantasmas literarios que influye en Unamuno y llega hasta ayer mismo, como quien dice, por ejemplo, en el último libro de Jon Juaristi, y cuyos lúcidos planteamientos son cosa del barroco, recordemos la representación de la obra de teatro en Hamlet o los múltiples juegos cervantinos.

Lo curioso de la inclusión de ese tipo de juegos en esta novela de Queta García es que la novela se perfila, entera, desde esos planteamientos, como si el espejo de Alicia, una vez dentro del mismo, no la permitiera ya salir. En este sentido, la narración posee una coherencia que para sí quisieran autores más experimentados en estas aficiones. Pero no es esta la única manera de entender el libro, pues, en realidad, lo que la autora nos propone es un juego literario donde lo que está en juego? es la misma literatura.

Transformación. Para nuestro panorama actual todo esto suena a rareza y, desde luego, lo es; pero por eso mismo conviene destacar su peculiar atmósfera y el modo en que la autora ha logrado perfilar una serie de personajes fantasmagóricos que lo son en la medida que poseen su correspondencia en la vida real, que, por supuesto, es también una ficción, porque el libro, entero, sólo está constituido por palabras. La novela está construida como una ascensión, si se quiere, o como una transformación que se despliega por partes. El juego de la metamorfosis es un recurso literario muy viejo. De Ovidio a Nabokov, sin ir más lejos; y Queta García aprovecha esos recursos de manera muy inteligente. Parece fascinada por el juego de la naturaleza, oculto, prometedor, que hace de una fatigante oruga un fastuoso despliegue de colores cuando finaliza en mariposa. Todo el libro es una referencia a esta transformación, como en Lolita, pero su resolución es gozosa finalmente, optimista. Y ello ocurre porque la novela es, en parte, una reflexión sobre el oficio de escribir y su plasmación en una narración.

Lirismo controlado. El final, como no podía ser de otra manera, es la conclusión de una historia titulada El alma de la mariposa, que realiza el narrador, un tal Gerard Riera, que diez años antes había conocido el éxito con Azul en la noche bajo el nombre de Edgar. Gerard se encuentra, transcurridos esos diez años, a Edgar en el Pasaje de Colón barcelonés, el Moll de la Fusta es el centro paisajístico del libro, en cierta manera, y ese acróstico -Gerard y Edgar son la misma persona-, ese fantasma que termina siendo un personaje real, renovado, realiza esa transformación gracias a la ficción, a la literatura. La novela trata de esto, pero de forma subyacente: en medio, un despliegue de descripciones de un lirismo controlado, sin que chirríe en ningún momento el engranaje narrativo, y la recreación de unos seres y un paisaje no por reconocible menos fantasmal: el Moll de la Fusta, el Gambinus, sitios familiares para cualquier barcelonés, pero que en esta novela adquieren perfiles inquietantes, como si se les hubiera despojado del tópico de modernidad pequeño burgués para turistas y se nos revelasen en su verdadera entidad.

Todo en esta novela permite que se la lea como una búsqueda de la identidad, y es eso lo que hace de ella una historia que inquieta al lector hasta hacer que se pregunte por el lugar donde se encuentra el asidero de la narración. Y lo cierto es que ese asidero no es más que la metáfora misma de la lectura, de la obra que va haciéndose a sí misma. De ahí que la resolución de la historia se plantee como una interrogación, ¿FIN DE LA NOVELA? Con estas palabras el narrador da por concluida la narración, pero sospechamos que podía haber seguido, porque el final es una convención como otra cualquiera. Alguna vez hay que acabar, nos dice el narrador, pero lo cierto es que se guarda una carta: al fin y al cabo, la novela es un homenaje a Ingrid, la mariposa monarca, una de las pocas que mantiene aún su misterio sobre el hombre. Igual que el arte, diríamos. De ahí que surja el límite, que es de donde nace cualquier forma. Novela inusual en nuestro panorama, valiente, ambiciosa? Los logros no desmerecen nada de las pretensiones.